La niña que me tuvo en duermevela
dice que escribe cosas al garete,
no obstante que ya lleva un ciento y siete
posts que no son ninguna bagatela.
Allende Coyoacán, donde vivía,
dejó sus librerías y sus andanzas,
su Miguel de Quevedo en lontananza,
sus tiendas como las de Alejandría.
En el Estado, el torpe y el mostrenco
parece que manejan tos los micros,
tienen ahíto ya a todo el elenco.
Pero vaya, es asunto baladí.
Cuando la veo, quiero bailar flamenco,
quiero oírla escribir en ralentí.
Aleph
HR Giger